Por qué Masterizar

Vicente Frías
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La diferencia más obvia entre una producción casera y otra de cuyo mástering se ha encargado un profesional, es la energía percibida. Los temas comerciales “saltan a tu cara” al reproducirlos, debido a la aplicación meticulosa de compresores y limitadores sobre la mezcla final. La compresión de picos despeja el camino para un incremento del volumen promedio: al menos, esta es la receta para que las producciones compitan en la radio FM y los clubes.

Por culpa de esta especie de norma de facto, nuestros oídos aguantan niveles cada vez mayores. Es excitante, pero también peligroso, y encima va en detrimento de la dinámica y del espíritu musical en general. Si te subes al carro del “dale caña”, igualarás la potencia de las producciones de tu vecino, y éste aplicará aún más compresión para destacarse de nuevo.

Captura en tu editor de audio un par de minutos de cualquier radio-fórmula. ¿Ves? Apenas dejan que la forma de onda respire –hasta la voz del locutor o las cortinillas (anuncios nauseantes que anuncian el nombre de la emisora) llegan a los 0dB digitales. Tanta uniformidad se hace odiosa tarde o temprano. Los mejores ingenieros de audio saben que no conviene pasarse de rosca…



El impacto de la EQ

Otro proceso esencial que debes dominar para un buen mástering es la EQ. No nos referimos al ajuste tonal de pistas individuales –de eso te ocupas en la mezcla– sino del balance de frecuencias sobre el archivo estéreo final. En general, se aconseja eliminar todo vestigio de actividad por debajo de 40Hz, ya que el 99 por cien de los altavoces en los que reproducirás tu tema no llegan tan bajo. Así, además, aprovechas el margen dinámico con más eficiencia, pues muchos compresores se confunden con los zumbidos en sub-graves.

Para las frecuencias medias no hay trucos universales, pero presta atención a las áreas de 100-300Hz (marcan la definición del sonido), 300Hz-1kHz (afectan a la “nasalidad” del audio), y 1-3kHz (demasiado énfasis en esta última zona hace que todo suene embrutecido y chirriante).

El tratamiento de las frecuencias agudas es otro aspecto que “canta mucho” cuando no lo abordas de un modo profesional. Muchos ingenieros prescinden de retoques directos más allá de 5kHz, integrándolos en la operación de algún módulo excitador que, de un modo casi mágico, confiere a la mezcla ese lustre que todos sabemos apreciar. Como ya supondrás, la experimentación con la EQ te ayudará para que entiendas y aprecies todos los procesos involucrados.


Sonido al límite

Los limitadores constituyen casi siempre el paso final en las cadenas profesionales de mástering. La diferencia entre estos procesadores y los compresores es que los últimos reducen el nivel promedio (por eso aplican ganancias de compensación), mientras que un limitador exprime hasta el último dB –aumenta el volumen pero evita picos digitales a la vez. Ambos procesos cuentan con un umbral (threshold): los compresores atenúan las señales que lo superan, mientras que los limitadores les aplican ganancia adicional para adecuarlas al tope superior (ceiling, normalmente los 0dB o unas pocas décimas por debajo).

Una cadena estándar para mástering llevará un EQ para el balance de frecuencias, un compresor sin ganancia de compensación para el tamizado de picos de señal/ reducción del rango dinámico, y por último, un limitador que eleva el nivel promedio hasta un punto cercano al máximo digital.


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