El oído

Vicente Frías
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Una fuente de sonido produce ondas de sonido que alternativamente comprimen y expanden el aire entre ella y el oyente. Esta compresión causa fluctuaciones de la presión por encima y por debajo de la presión atmosférica normal.


El oído es un transductor muy sensible que responde a estas variaciones de presión por medio de una serie de procesos relacionados que tienen lugar en los órganos auditivos que forman el oído. Cuando llega al oyente, las ondas de presión del sonido son recogidos en el canal auditivo por medio de la oreja y entonces son dirigidas al tímpano. Las ondas sonoras se transforman entonces en vibraciones mecánicas y se transfieren al oído interno por medio de tres huesos; martillo, yunque y estribo. Estos huesos funcionan como un amplificador (amplificando las vibraciones dadas por el tímpano) y como un dispositivo limitador (reduciendo el nivel de los sonidos demasiado altos, tales como un trueno o las explosiones de los fuegos artificiales). Las vibraciones se aplican entonces al oído interno, que es un órgano tubular que está enroscado en forma de caracol y que contiene dos cámaras llenas de fluido. En estas cámaras hay pequeños pelos recetores alineados en fila a lo largo del oído interno. Las vibraciones se transmiten a los pelillos, que responden a ciertas frecuencias dependiendo de su localización a lo largo del órgano. La pérdida de audición generalmente ocurre cuando estos pelos resultan dañados o deteriorados por la edad.



¿Qué es el tinnitus?

El tinnitus, también conocido como acúfeno, es la percepción de sonido que no tiene una fuente externa, por lo que otras personas no pueden escucharlo.

A menudo, el tinnitus se describe como un timbre en los oídos, pero algunas personas también oyen otros tipos de sonidos como un rugido o un zumbido. El tinnitus es frecuente y las encuestas calculan que entre el 10% y el 25% de los adultos lo padecen. Los niños también pueden tener tinnitus. Para niños y adultos, el tinnitus puede mejorar o incluso desaparecer con el tiempo, aunque, en algunos casos, también puede empeorar. Cuando el tinnitus dura tres meses o más, se considera crónico.

Las causas del tinnitus no son claras, pero la mayoría de las personas que lo padecen tienen algún grado de pérdida de audición. El tinnitus rara vez se asocia con un problema médico grave y, por lo general, no es lo suficientemente grave como para interferir con la vida diaria. Sin embargo, algunas personas creen que afecta su estado de ánimo y su capacidad para dormir o concentrarse. En casos graves, el tinnitus puede provocar ansiedad o depresión.

Actualmente, no existe una cura para el tinnitus, pero existen formas de reducir los síntomas. Los enfoques frecuentes incluyen el uso de aparatos de terapia de sonido (incluyendo los audífonos), terapias conductuales y medicamentos.


¿Qué ocasiona la percepción del ruido en los oídos?

Una de las principales teorías es que el tinnitus puede ocurrir cuando hay un daño en el oído interno que cambia la señal que los nervios llevan a las partes del cerebro que procesan el sonido. Una forma de pensar esto es que, si bien puede parecer que el tinnitus ocurre en el oído, los sonidos fantasmas son generados por el cerebro, en un área llamada corteza auditiva.

Otra evidencia muestra que las interacciones anormales entre la corteza auditiva y otros circuitos neuronales pueden tener un papel en el tinnitus. La corteza auditiva se comunica con otras partes del cerebro, como las partes que controlan la atención y las emociones, y los estudios han demostrado que algunas personas con tinnitus tienen cambios en estas regiones cerebrales no auditivas.


PROTECCIÓN AUDITIVA

Los ruidos de alta intensidad producen efectos nocivos sobre nuestros órganos auditivos, pudiendo desencadenar sorderas permanentes. Se ha podido comprobar como el oído humano va perdiendo sensibilidad a medida que avanza la civilización industrial; mientras que algunos pueblos primitivos que aún subsisten poseen una capacidad superior para percibir sonidos muy leves.
La respuesta a un estímulo sonoro en el oído es prácticamente instantánea (2'5 milisegundos), bastan pocos ciclos de una onda sonora para que todo el sistema auditivo reaccione.

Para preservar nuestros órganos auditivos de las grandes variaciones de presión producidas por los ruidos intensos, el oído posee un sistema de protección. Cuando aparece un sonido muy fuerte, un músculo pone en tensión el tímpano para reducir su capacidad vibratoria, mientras que otro músculo modifica la posición de los huesecillos del oído medio para alterar su ángulo de incidencia y disminuir la fuerza aplicada sobre el oído interno. Todo funciona como si se tratara de un control de ganancia automática. No obstante, las lesiones auditivas pueden producirse cuando un ruido muy fuerte aparece de forma brusca, no dando tiempo de que estos músculos protectores se activen.

El umbral de audición -el sonido más leve que se puede percibir- se desplaza a niveles más elevados después de que el oído se haya visto sometido a presiones sonoras superiores de las habituales. La percepción diaria y continuada de sonidos con niveles superiores a 80 decibelios, puede ocasionar un desplazamiento permanente de nuestro umbral de audición. Esto supondría una pérdida de nuestra capacidad auditiva; y a causa del daño causado en el oído interno esta pérdida acostumbra a ser irreversible.

La sonorización de las discotecas es un ejemplo típico de presiones acústicas muy elevadas. Aunque se trate de componentes de alta calidad, nuestros oídos soportan difícilmente estos altos niveles sonoros; el ambiente y la música distraen nuestra atención de las leves molestias auditivas que se suelen percibir durante los primeros minutos, ya que más tarde nuestros oídos parecen acostumbrarse al elevado nivel de sonoridad. Esta conformación auditiva suele ser más aparente que real, y en el futuro nos puede pasar una triste factura.

Es conocida la sensación que se experimenta, cuando al salir de una discoteca o de un concierto de rock nos damos cuenta de que tenemos los oídos como taponados. Hasta al cabo de un buen rato la sensación de sordera parcial no nos abandona, y se vuelve a gozar de una audición normal.

El nivel sonoro de muchas discotecas, así como también de numerosos conciertos, está entre los 105 y los 115 decibelios. El tiempo máximo de exposición a estos niveles, sin pérdida auditiva, oscila entre los 15 y los 60 minutos diarios. Es fácil comprender el evidente riesgo que corre nuestro sistema auditivo; y de cómo si no se toman medidas preventivas nos encaminamos hacia la proliferación de las sorderas parciales.

Tanto el músico como el técnico de sonido tiene en sus oídos uno de sus bienes más preciados; es por ello que es recomendable el uso de tapones acústicos cuando se prevean largas sesiones musicales con altos niveles de presión sonora.

En la tabla que sigue a continuación se muestran los tiempos máximos de exposición a distintas intensidades sonoras. El sobrepasar estos márgenes de tiempo pone en un riesgo evidente nuestra salud auditiva, además de elevar nuestro umbral de audición por encima del nivel normal, con la consiguiente pérdida de dinámica que ello conlleva para nuestros oídos.


Carles P. Mas
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