Evolución de las Grabaciones Musicales

Vicente Frías
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Para llegar a obtener un sistema grabador y un soporte de almacenamiento que pudieran ofrecer cierta calidad de grabación de audio, fueron necesarios muchos años de investigación y desarrollo. A partir de ese momento surge una línea paralela, la del desarrollo tecnológico en el campo del audio profesional. Esa línea está totalmente condicionada por la evolución de las grabaciones musicales, ya que haciendo uso  de  la  tecnología  existente  en  cada  momento,  los  ingenieros  de  sonido  se  las ingeniaban  para  obtener  los  mejores  resultados  en  sus  grabaciones  musicales exprimiendo al máximo cada dispositivo nuevo que aparecía en el mercado del audio profesional.

Con la aparición del magnetófono de cinta, la industria musical empezó a evolucionar  considerablemente  en  sus  grabaciones  musicales.  Al  principio  las grabaciones eran de baja calidad, y no fue hasta el principio de la década de los años 40 cuando se obtuvieron mejorías en la relación señal a ruido, reduciendo el ruido y las distorsiones de las grabaciones. Los primeros magnetófonos para uso no profesional aparecieron en 1950, y eran de bobina con la cinta abierta. El modelo más famoso de este tipo de magnetófonos fue el Revox. También se empezaron a crear los magnetófonos específicos para estudios de grabación, mejorando considerablemente la calidad de las producciones musicales de entonces.
Revox B77 MKII

Un proceso completamente revolucionario y base de las grabaciones musicales de hoy en día es la grabación multipista. La grabación multipista es un proceso en el cual se divide la cinta en varias pistas paralelas entre sí. Debido a que se hallan en el mismo medio, las pistas permanecen en perfecta sincronización. La primera grabación multipista que se realizó consistió en una grabación estéreo en 1943, donde se dividió la cabeza de grabación del grabador en dos pistas. Ese método de grabación  fue rápidamente adoptado por los estudios discográficos de los años 50, aunque el concepto estéreo no siempre se concebía como hoy en día (actualmente la música estéreo busca reflejar generalmente el modo de percepción sonora que tienen las personas, dos oídos), sino que se aplicaban soluciones varias como grabar unos instrumentos por una pista, y otros por otra pista, o grabar la música en un canal y la voz en el otro, etc.

Una de las figuras clave en las grabaciones multipista fue el guitarrista, compositor e ingeniero Les  Paul (padre de las famosas guitarras Les Paul de Gibson). Sus experimentos con cintas y grabadores en la década de los 50 le llevó a utilizar el primer grabador 8 pistas hecho a la medida por los fabricantes Ampex, y sus grabaciones son pioneras por utilizar la grabación multipista para registrar elementos separados de una pieza  musical de forma asincrónica. Esto quiere decir que grababa los distintos instrumentos de una canción en momentos diferentes, reproduciendo en cada grabación todo lo registrado anteriormente (técnica utilizada actualmente en la gran mayoría de las grabaciones musicales).


Al principio Ampex comercializó el grabador de 3 pistas, siendo de gran utilidad porque permitía crear  un estéreo de la música utilizando la tercera pista para el vocalista, haciendo uso de lo que se conoce como el “playback” de una canción (música sin voz). Estos grabadores se mantuvieron como estándar de la industria hasta mediados de los 60 y existen muchas piezas grabadas utilizando estas máquinas de Ampex como aquellas que salían de los sellos Phil Spector’s Productions y en los principios de la Motown.

Stevie Wonder con The Funk Brothers

El siguiente desarrollo obvio fue el grabador de 4 pistas. La llegada de este sistema mejoró las grabaciones realizadas por los ingenieros de la época y dio a los músicos una flexibilidad mucho mayor para las grabaciones. Los grabadores de 4 pistas fueron el estándar durante gran parte de los años 60. El ingeniero Tom Dowd de Atlantic Records fue uno de los primeros en utilizar estos grabadores. Muchas de las grabaciones más famosas de The Beatles y The Rolling Stones se registraron en cuatro pistas y los ingenieros londinenses de Abbey Road Studios llegaron a ser particularmente expertos en la técnica denominada “reducción de mezcla” en Reino Unido y “rebotar hacia abajo” en EEUU. La técnica consiste en utilizar las 4 pistas de un grabador para registrar ciertos instrumentos de una canción para más tarde volcar esas cuatro pistas sobre una de otro grabador distinto de 4 pistas. De esta manera, fue posible registrar muchas pistas separadas y combinarlas en grabaciones alcanzando gran complejidad en el proceso. Había limitaciones debido a la acumulación de ruido durante el proceso de reducción de mezcla y los ingenieros de Abbey Road son famosos por la capacidad de crear grabaciones de este tipo manteniendo mínimo el ruido de fondo.

El grabador de 4 pistas también dio lugar a desarrollar el sonido cuadrafónico. Consistía en utilizar cada una de las pistas para simular el sonido envolvente en 360 grados. Una serie de álbumes de Pink Floyd o Mike Oldfield fueron comercializados tanto en este formato como en formato estéreo en la década de los 70, aunque el formato “quad” pronto desapareció por su escaso éxito. No obstante se puede decir que fue un precursor de lo que hoy se conoce como sonido envolvente y sus aplicaciones en sistemas de cine.
Con el tiempo fueron creciendo los grabadores llegando a alcanzar las 24 pistas simultáneas (llegaron a fabricarse grabadores mayores pero menos comercializados). La combinación de editar a través del empalme de cinta, y la posibilidad de grabar varias pistas revolucionó las grabaciones de los estudios. Empezaron a surgir multitud de técnicas nuevas de grabación, aumentó la complejidad de los procesos de grabación y se empezó a generalizar el arte de la mezcla en post-producción, consistente en aplicar procesadores externos a cada pista con el fin de mejorar la calidad de audio y conseguir los efectos deseados en las grabaciones.

Studer A80

Pero ha sido sin duda a finales de los años 90 y en lo que llevamos del siglo XXI donde la revolución de los estudios de grabación ha crecido a pasos agigantados con la llegada de la era digital. Ya no se usan grabadores con cintas que se deterioran con el paso del tiempo, sino discos duros que mantienen la calidad siempre igual. Con las velocidades de transferencia que se manejan ahora y los sistemas avanzados de hardware se puede llegar a grabar cientos de pistas simultáneas en unos rangos de calidad y fidelidad extremadamente altos. Gracias a los componentes de los equipos, en la actualidad se ha conseguido aumentar considerablemente la relación señal a ruido. Con el software de post-producción se evita pasar la señal de audio por infinidad de equipos deteriorando el sonido a cada paso. Ahora se evitan las ediciones mecánicas y los empalmes de cinta. Gracias al audio digital y los sistemas controlados por software profesional se puede editar las pistas de audio trabajando con una precisión del tamaño de una muestra, llegando a tener hasta 192.000 muestras por segundo en los sistemas más punteros.

Todo esto no quiere decir que se haya dado la espalda a todo el mundo analógico, y que los avances que hubo en el audio profesional a lo largo del siglo XX ya no sirvan. Todo lo contrario, actualmente los estudios de grabación más importantes del mundo utilizan una combinación de los sistemas más actuales con las antiguas técnicas utilizadas en los estudios de grabación. Se siguen empleando  micrófonos, amplificadores, previos y otros equipos que mantienen  la misma tecnología de hace décadas, pues sigue gustando el sonido que se obtiene con ellos, pero se graba con sistemas de última tecnología. Las técnicas de grabación que se descubrieron gracias a la pericia de los ingenieros para  adaptar sus grabaciones a los limitados recursos tecnológicos con los que contaban siguen  usándose  en la actualidad. Incluso hay estudios de grabación como los famosos Abbey Road donde se sigue pasando la mezcla digital final a analógico y se realizan múltiples grabaciones en soporte magnético con el fin de buscar ese timbre que tanto gusta a los músicos y productores. Se podría decir que la evolución de las grabaciones musicales es cíclica, y en la actualidad, cuando aparentemente se ha llegado a una cota de calidad muy alta en cuanto a prestaciones, aún se pueden encontrar soluciones y mejoras buscando en los inicios de esta ciencia.

Pero las empresas tecnológicas de audio digital no se quedaron satisfechas con llevar sus nuevos equipos a los estudios de grabación de los ingenieros de sonido. Quisieron ir más lejos, llegar a sus casas. Pero no sólo a las casas de los ingenieros, sino de sus clientes, los músicos, los productores, y  en definitiva cualquier persona interesada en realizar producciones musicales. Esto ha sido posible  gracias a dos factores: el primero ha sido la rápida evolución en cuanto a prestaciones y reducción de costes de los ordenadores, y las posibilidades de procesamiento que nos ofrecen; el segundo ha sido gracias a la revolución industrial producida por una gran cantidad de empresas de tecnología y distintas marcas que ha propiciado una oferta muy elevada de productos de calidad a precios asequibles. Esto no implica que no existan productos de altísima calidad con precios prohibitivos, pero lo cierto es que hoy en día, por un precio razonable en comparación con lo que costaría un completo estudio analógico, una persona puede adquirir los equipos necesarios para tener un completo sistema de trabajo basado en audio digital, o también conocido como DAW (Digital Audio Workstation) o Home Studio si hablamos de un sistema orientado más a público no profesional. Estos sistemas no han sustituido (por completo) a los estudios tradicionales de grabación (de hecho, la mayoría estudios de grabación profesionales combinan sistemas DAW junto a otros tipos de sistemas), pero sí se han convertido en una herramienta básica de cualquier profesional del sector, ya que cada día surgen nuevos equipos con mejores prestaciones,  mayor calidad, más pequeños y más baratos, cuyo potencial es inimaginable para cualquier ingeniero de sonido de hace apenas 30 años.

Alejandro Turrión Pérez

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