Cuando nos presentamos en vivo en recintos que exceden la capacidad de amplificación propia, debemos recurrir a sistemas de amplificación del sonido que varían de acuerdo a las dimensiones del lugar y/o la cantidad de audiencia prevista. Se conocen como sistemas de sonido para el vivo o directo, que a su vez está formado por dos sub-sistemas: el P.A. y el Monitoreo.
El P.A. o sonido para el público
El público debe escuchar correctamente la propuesta del artista y para ello surge un concepto central, el de la “mezcla”. Las ejecuciones individuales de un grupo o de una banda son captadas por micrófonos o líneas directas, llegan a una consola de “mezcla” en forma separada y deben ser ”mezcladas” para lograr que el público escuche “un todo”, es decir, la canción tal como el artista la concibió. El sonido que reproduce cualquier sistema de P.A. es aquel que proviene del canal master de una consola de mezcla.
Entre un sistema de P.A. y el público debe haber la menor cantidad de obstáculos físicos posibles. Por eso es muy común ver a los sistemas de P.A. elevados y levemente angulados hacia el público.
Tipos de P.A.
Existen diversos tipos de P.A., de acuerdo al tamaño y tipo de recinto. Para definir cuál de ellos es el más apto, lo fundamental es saber si el P.A. es el más apropiado para el sitio donde se va a desarrollar el show.
- Sistemas line-array: llegaron al mercado los últimos años e introdujeron importantes cambios debido a su mayor cobertura, su menor tamaño, su facilidad de transporte y su capacidad de set-up. Son reconocibles a simple vista por tratarse de una tira de altavoces suspendidos, de arriba hacia abajo, en forma de letra J.
- Sistemas array: sistemas anteriores y todavía en uso; consisten en cajas trapezoidales que, para lograr cobertura horizontal, ocupan mayor espacio, y para lograr cobertura vertical necesitan altura. La resultante es que el público observa muchos altavoces, logrando un efecto visual de “pared de sonido”.
Es común ver ambos tipos de P.A. colgados en los laterales de los escenarios y los denominamos flyrigging. Para recintos pequeños y medianos se aplica el mismo sistema de tecnología, adaptándose únicamente la cantidad de altavoces requeridos. Por ejemplo: en un espacio pequeño podría bastar un sólo altavoz por lado, ya sea de array o de line array.
Además, los altavoces pueden ser activos o pasivos. Los activos son aquellos que necesitan un amplificador para la cantidad de vías que poseen. Un altavoz que reproduce graves, medios y agudos en forma activa necesitará de un amplificador para cada uno de ellos. Los pasivos, en cambio, necesitan un solo amplificador para reproducir todas esas vías.
Los componentes de un altavoz que reproduce agudos son conocidos normalmente como tweeter y los que reproducen medios y graves como woofer. Para que un sistema de sonido esté completo, es necesaria la incorporación de una cuarta vía, que se denomina subwoofer, por lo general de tamaño considerable y ubicada en la parte baja. Los sistemas se presentan con dos componentes principales: el izquierdo y el derecho, definidos habitualmente como estéreo.
Para recintos más grandes suelen agregarse sistemas complementarios con la finalidad de lograr mayor cobertura; los mismos cubren áreas a las que el sistema principal no accede. El punto más crítico suele ser el más cercano al escenario. El público que se encuentre allí tendrá demasiado presente el sonido originado en el escenario y no tanto el proveniente del P.A. Estos complementos son conocidos, por lo general, como front-fill o side-fill, de acuerdo a su ubicación.
El monitoreo
Cada intérprete deberá solicitar en su monitoreo aquellas fuentes sonoras siguiendo el concepto de “mezcla” más apto a sus necesidades de ejecución. La diferencia entre la mezcla de monitoreo y el sonido para el público radica en que el intérprete deberá contar con la “mezcla” más adecuada a su ejecución, ya sea instrumental o vocal. Tengamos presente que es posible armar diversas “mezclas”, a veces hasta una por músico. No así en el caso del sonido para el público, que escucha una sola “mezcla”.
El monitoreo suele ser uno de los puntos más críticos de una performance. Muchos músicos no manejan plenamente el concepto de “mezcla”, que debería estar ligado a la pregunta: “¿qué necesito escuchar y en qué porcentaje para que mi ejecución sea satisfactoria?”
Existen diversos sistemas de monitoreo. El más extendido es el llamado monitoreo de piso, que consta de pequeños altavoces, generalmente en forma de cuña angulada, que se sitúan en el piso del escenario y su ángulo de cobertura se ubica de espaldas al público.
Respecto a los monitores de piso, lo más habitual es distinguirlos por el tamaño de sus conos (por ejemplo, monitores con conos de 15”, 12”, etc.). Su área de cobertura es bastante acotada para reducir el efecto de retroalimentación, feedback o acople del sonido. Es decir: para oír el espectro de frecuencias que reproduce un altavoz de monitoreo debemos mantenernos frente a él.
El audio que reproducen los monitores de piso proviene de módulos auxiliares de una consola de mezcla. De acuerdo al tamaño del escenario, la calidad del equipamiento y/o el presupuesto disponible, el audio de monitores podrá provenir de la misma consola que se utiliza para el P.A. o de una consola específica para monitores. En caso de utilizar dos consolas (P.A. y monitores) será necesaria, además, una manguera que reparta la señal de una misma línea o micrófono en dos, es decir, una señal de lo mismo para cada consola. En tal caso, el operador de monitores realizará mezclas para el escenario y para cada músico, mientras que el operador de P.A. será responsable de la mezcla dirigida al público.
Actualmente, se ha extendido también el llamado monitoreo personal, que funciona ya sea mediante auriculares inalámbricos (o no) (in-ears, por lo general de propiedad del artista) y el que se sitúa a los laterales del escenario cuando éste es de mediano a grande (similar al mencionado side-fill). El único inconveniente que presenta este sistema es que los mismos pueden aislar demasiado del audio real del escenario a quien los utiliza. Estos sistemas son inalámbricos y dependen de la emisión correcta de radio frecuencia (aún hoy, e incluso en los sistemas más profesionales, surgen dificultades de transmisión-recepción).
Algunos factores a tener en cuenta
- Cobertura: la audiencia completa debería escuchar de igual forma todas las frecuencias (graves, medios y agudos).
- Presión sonora: debe existir un volumen adecuado, estrechamente relacionado con la cantidad de público y el tamaño del recinto.
- Calidad: el sistema de sonido no debería trabajar en forma cercana a su límite, ya que en ese punto pierde calidad. Por eso, es importante no escatimar a la hora de decidir qué cantidad de sonido vamos a necesitar para un determinado lugar.
- Ajuste y ecualización: se recomienda que estos parámetros corran por cuenta de personal idóneo, de modo de conseguir una calidad de sonido “agradable”, no irritante, como un paso previo al de la “mezcla”. Si conseguimos esos niveles, la responsabilidad final quedará en manos de los intérpretes y su operador.
- Mezcla: afortunadamente, en la actualidad existen consolas de mezcla digitales que guardan —en forma de escenas— lo realizado y definido en la prueba de sonido por intérpretes y técnicos.
Marcelo Coca Monte