El Loudness: Entendiendo la Sonoridad y la Guerra del Volumen

Vicente Frías
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En el vasto y complejo universo del audio, existen conceptos que, aunque fundamentales, a menudo son objeto de confusión. Uno de los más críticos es el de "loudness" o sonoridad. No se trata simplemente de qué tan "alto" suene algo, sino de una intrincada percepción humana que define la experiencia auditiva. En esta entrada, profundizaremos en qué es la sonoridad, cómo la percibimos, su impacto vital en la producción musical y la polémica "Guerra del Volumen" que ha marcado la industria en los últimos años.




La Sonoridad: Una Magnitud Perceptual

La sonoridad es la percepción subjetiva de la intensidad de un sonido. A diferencia del volumen o el nivel medido en decibelios (dB), es una magnitud abstracta, relativa y, por su naturaleza esencialmente humana, no es directamente cuantificable de forma lineal.


En la disciplina de la acústica, la sonoridad se define como la sensación que nos permite discernir si un sonido es más o menos fuerte que otro. Su existencia está ligada directamente a la intensidad acústica (la energía que transporta la onda sonora) y a la envolvente espectral de dicha onda. Si bien su cálculo puede realizarse mediante la enredada Ley de Fechner y su medición en fonios (una unidad que correlaciona el nivel de presión sonora de un sonido a 1 kHz con la sonoridad percibida de otras frecuencias), su equivalente físico medible es el nivel o volumen, cuantificado en decibelios (dB). Los decibelios, aunque dependen de un nivel de referencia preestablecido, sí son una medida objetiva y lineal.


En el crucial proceso de grabar y producir música, la sonoridad adquiere una relevancia trascendental, a menudo superando la importancia del nivel pico. La razón es simple: cuanta mayor sonoridad percibida tenga una grabación, más "impresionará" al oyente, captando su atención y evocando una respuesta emocional más fuerte.


Para comprender a fondo este fenómeno, es imperativo adentrarnos en el funcionamiento del oído y el cerebro humanos. El margen de niveles de presión acústica que nuestro oído puede captar es asombrosamente amplio, abarcando desde el umbral de audición más bajo hasta niveles que pueden causar daño permanente. Para gestionar esta vasta dinámica y protegerse, la evolución ha incorporado un sofisticado "compresor natural" en nuestro sistema auditivo.


En términos prácticos, y de forma aproximada, doblar la potencia sonora incrementará la sonoridad percibida en la misma proporción. Esto se manifiesta en una regla fundamental para cualquier técnico o músico: sustituir un amplificador de 30 W por uno de 60 W creará el mismo incremento de sonoridad que si se cambia uno de 60 W por uno de 120 W. En concreto, este incremento es de 3 dB cada vez que se dobla la potencia sonora, debido a que la potencia es una magnitud lineal y la sonoridad, en su esencia, se percibe de manera logarítmica.


El Nivel de Presión Sonora (SPL), la medida física que subyace a nuestra percepción de sonoridad, se calcula utilizando la siguiente fórmula en decibelios (dB), lo que resalta su relación logarítmica:


Donde:

  • Lp es el nivel de presión sonora.
  • P es la presión sonora en pascales (Pa).
  • Pes la presión de referencia (el umbral de audición, 2 × 10−5 Pa).

Esta naturaleza logarítmica del decibelio explica por qué un incremento lineal de potencia (e.g., P × 2) se traduce en un incremento aditivo de 3 dB en el nivel de presión sonora.



Las Curvas Isófonas o de Fletcher-Munson: Cómo la Frecuencia Influye en la Percepción

La forma en que percibimos la sonoridad no es uniforme a lo largo de todo el espectro de frecuencias. Nuestro oído presenta una sensibilidad variable a distintas bandas de frecuencia, y esta sensibilidad, a su vez, fluctúa con el nivel de volumen general. Este comportamiento complejo y fascinante es lo que representan las curvas isófonas, mundialmente conocidas como las curvas de igual sonoridad o curvas de Fletcher-Munson.


Figura 1: Curvas de Fletcher-Munson

La Figura 1 es un gráfico esencial para cualquier profesional del audio. En su eje horizontal, se representa la frecuencia en Hertz (Hz), y en el eje vertical, el Nivel de Presión Sonora (SPL en dB). Cada línea curva dentro del gráfico denota un nivel de sonoridad percibida constante, medido en fonios. Al examinar estas curvas, se hace evidente que a niveles bajos de volumen (las curvas inferiores), las líneas son significativamente más pronunciadas en los extremos del espectro (es decir, en las frecuencias graves y muy agudas). Esto significa, en términos prácticos, que necesitamos aplicar una mayor presión sonora en esas regiones de frecuencia para que nuestro oído las perciba con la misma sonoridad que las frecuencias medias (aproximadamente entre 1 kHz y 5 kHz), donde nuestra sensibilidad es máxima. A medida que el volumen general aumenta (nos movemos hacia las curvas superiores), estas líneas se aplanan progresivamente, indicando que la respuesta de nuestro oído se vuelve más lineal y equilibrada a través de las frecuencias.


Este comportamiento fisiológico tiene implicaciones prácticas y cruciales en la producción musical:


1. Sensibilidad Dinámica Variable

El oído humano es inherentemente más sensible a las variaciones de sonoridad (es decir, las variaciones dinámicas) a niveles de escucha bajos que a niveles altos.


2. Impacto en el Volumen de Monitorización

Durante el proceso de mezcla, la intensidad fisiológica relativa de cada instrumento o elemento en la mezcla variará de forma perceptible según se suba o baje el volumen de monitorización en tu estudio.


  • Mezcla a Volúmenes Bajos: Teóricamente, una mezcla mejor compensada y más equilibrada tonalmente se logrará a volúmenes bajos, ya que a estos niveles, la respuesta de nuestro oído es más "plana" y, por lo tanto, más fiel a la realidad de la mezcla en sí. Esto permite tomar decisiones más objetivas sobre el balance espectral.

  • Mezcla a Nivel Medio: Sin embargo, algunos ingenieros argumentan (con razón) que a un nivel de escucha medio se perciben con mayor precisión las variaciones dinámicas finas, la imagen estéreo y los detalles microdinámicos. Es común alternar entre niveles bajos y medios durante la mezcla para tener una perspectiva completa.

  • Peligro de los Niveles Altos: Lo que sí es una certeza innegable es que monitorizar a niveles excesivamente altos no es la práctica correcta para obtener una mezcla precisa y balanceada. A volúmenes elevados, las distintas partes de la mezcla sonarán confusas o "borrosas" debido a la compresión natural que nuestro oído aplica para protegerse, y a la rápida aparición de la fatiga auditiva. Para asegurar que tu entorno de escucha sea lo más confiable posible y que tus decisiones de mezcla no estén sesgadas por la acústica o el volumen, te recomendamos encarecidamente revisar nuestra entrada del blog sobre "Calibración Monitores de Estudio". Una calibración adecuada, utilizando herramientas como un medidor SPL y ruido rosa, es el primer paso fundamental para establecer un punto de referencia fiable y minimizar la influencia negativa de la sala.



La Envolvente del Sonido: Ataque, Sostenido y el Poder del Compresor

La percepción de la sonoridad no solo depende de la frecuencia y el nivel, sino también de la envolvente del sonido; es decir, cómo se desarrolla su volumen a lo largo del tiempo (Ataque, Decaimiento, Sostenido y Liberación o ADSR). Un ejemplo práctico ilustra esto: si se toca una nota en staccato (corta y desconectada, con un ataque muy marcado y un decaimiento rápido) y después la misma nota sostenida (mantenida en el tiempo), esta última parece sonar más fuerte, incluso si sus niveles pico son idénticos. Esto sugiere que alargar la duración de un sonido transitorio puede aumentar significativamente su sonoridad percibida.


El ataque de un sonido percusivo es, por su propia naturaleza, mucho más fuerte e intenso que su desvanecimiento. Aquí es donde la aplicación estratégica de un compresor se convierte en una herramienta invaluable en la mezcla. Un compresor puede utilizarse para manipular la envolvente del sonido, por ejemplo, "mimetizando" este efecto subiendo el volumen de la parte de caída y sostenido de un sonido, mientras se reduce rápidamente el ataque inicial. Es vital profundizar en el uso creativo de los compresores para el control dinámico.


Adicionalmente, un compresor puede ser utilizado para equilibrar la diferencia entre el sonido directo de las percusiones y sus reflejos al rebotar contra las paredes de una sala. Al dotar a estos reflejos de mayor intensidad (o permitiendo que no sean enmascarados), el conjunto de percusión puede sonar con mayor cuerpo y "pegada" percibida. Considere esto: un conjunto de percusión grabado en el exterior o en una habitación sin reverberación suena notablemente más débil y "seco" que uno grabado en una sala rica en reflejos. Esto se debe a que la reverberación suma energía al sonido directo y prolonga su duración percibida, lo que nuestro oído interpreta como un aumento en la sonoridad general.



La Guerra del Volumen: Un Concepto Dañino Basado en un Mito

La llamada "Guerra del Volumen" (The Loudness War) es un fenómeno que ha dominado la industria musical en las últimas décadas, basándose enteramente en un mito moderno: la creencia errónea de que "cuanto más alto, mejor". Este cuento de hadas, lleno de tonterías, ha hipnotizado a gran parte de la industria musical durante los últimos diez o más años y, como resultado, está dañando permanentemente la música que escuchamos.


La Guerra del Volumen es, en esencia, una "carrera armamentista" sonora. En ella, cada artista y sello siente una presión inmensa por llevar su música al nivel más alto posible, por temor a no ser "competitivo" en un mercado saturado. Sin embargo, en este proceso de maximización, se elimina implacablemente todo el contraste, toda la luz, la sombra y la profundidad, lo que irremediablemente arruina el sonido.


Para alcanzar estos niveles súper altos, la música tiene que ser aplastada contra el "techo" de nivel máximo digital (0 dBFS), reduciendo drásticamente la diferencia entre los niveles pico y promedio de la música. En este proceso, el contraste entre los momentos fuertes y suaves (a menudo denominado rango dinámico) se reduce drásticamente. (Es importante aclarar que, estrictamente hablando, esta terminología no es del todo correcta en un sentido técnico puro: el "Loudness War Sound" sufre de una baja relación pico-sonoridad, a veces llamada "factor de cresta" (Crest Factor), y en el peor de los casos, genera distorsión).


El factor de cresta se define matemáticamente como la diferencia entre el nivel pico y el nivel RMS (Root Mean Square o valor cuadrático medio, que representa el nivel promedio de la señal), expresada en decibelios:


Factor de Cresta (dB) = Nivel Pico (dB) − Nivel RMS (dB)


Un factor de cresta bajo indica que la diferencia entre los picos y el nivel promedio es mínima, lo que resulta en un sonido percibido como "plano", "sin impacto" o "sin vida". No obstante, la frase "rango dinámico limitado" sigue siendo una forma intuitiva y ampliamente aceptada de describir este fenómeno para el "Día del Rango Dinámico", facilitando su comprensión por una audiencia más amplia.

Figura 2: Evolución del Loudness y el Rango Dinámico en la Música Moderna


La Figura 2 muestra una tendencia alarmante: el "Average Level" (nivel promedio o Loudness) ha aumentado significativamente desde 1985 hasta 2009, mientras que el "Dynamic Range, or DR" (el "punch" o "impacto" de la música) ha disminuido drásticamente. Ejemplos visuales y sonoros de esta tendencia son evidentes: mientras que álbumes como "Brothers in Arms" de Dire Straits (1985) presentaban un saludable DR16, el infame "Death Magnetic" de Metallica (2008) tristemente se hundió a un DR3. Esto demuestra, de forma gráfica, el efecto devastador de la compresión y limitación excesiva en la vitalidad de la música.



Desmontando el Mito: ¿Se Ha Reducido Realmente el Rango Dinámico?

Un análisis fascinante y detallado publicado en la revista Sound On Sound, realizado por Emmanuel Deruty, ha provocado un debate significativo al sugerir que, contrariamente a la creencia general, no se ha producido una disminución evidente en el "rango de sonoridad" debido a la Guerra del Volumen, y que los limitadores no han reducido el "rango de sonoridad" en la producción musical. De hecho, el artículo sostiene de manera muy convincente que el "rango dinámico" está tan mal definido como término que es prácticamente inútil como forma de discutir el efecto de la llamada "guerra". El análisis de Deruty continúa explorando la pregunta: si no es el rango dinámico reducido lo que hace que las producciones de la Loudness War suenen mal, ¿qué es?


Se podría interpretar que esto significa que se ha estado "ladrando al árbol equivocado" y que no hay que preocuparse por la Guerra del Volumen, o que esta no está haciendo que la música moderna suene peor. Sin embargo, esto no es así. El punto clave es que usar un lenguaje simplificado como "la música dinámica suena mejor" es deliberadamente simplificado para ayudar a que los problemas sean lo más claros posible para una amplia audiencia, aunque no sea estrictamente significativo en un sentido técnico absoluto.


El propio artículo de Deruty llega a la conclusión de que el uso excesivo de la limitación y la compresión tiende a causar: "...factor de cresta reducido, modificaciones de envolvente... y distorsión". El sentido común sugiere que, aunque no hay nada inherentemente "malo" en estas características como tales cuando se usan con intención artística, no deberían estar presentes en prácticamente todas las producciones.


No deberíamos sentirnos obligados a aplicar un procesamiento extremo a toda la música y estilos con la creencia errónea de que eso hará que nuestra música suene mejor en la radio o sea más "competitiva". Otro punto importante es que el "rango de sonoridad" en el que se centra Emmanuel Deruty en su artículo fue diseñado para ser útil para todo el material de transmisión (broadcast), no específicamente para la música. Esto significa que debe tener en cuenta el amplio rango dinámico de las películas, por ejemplo, y una gama muy amplia de material que incluye música, discursos y efectos de sonido.


En nuestra opinión, la medición "DR" (Dynamic Range) utilizada por el medidor de rango dinámico TT es una herramienta musical mucho más útil para evaluar la dinámica de una pista. Simplemente evite subir constantemente el volumen de su música a una lectura de DR8 o inferior, y estará en buena forma.


El artículo de Deruty, sin embargo, contiene un análisis fascinante: la discusión de exactamente por qué tanta gente piensa que "Death Magnetic" de Metallica suena terrible es particularmente interesante. Concluye que en realidad es un caso especial relativamente inusual (una combinación de un factor de cresta muy bajo y una variabilidad RMS muy baja) a lo largo de todo el álbum.


La conclusión del titular del artículo de que "las guerras del volumen no han reducido el rango dinámico" podría enmascarar el punto subyacente de que mucha música realmente suena peor cuando está aplastada y distorsionada. Lo que funciona para el rap o el death metal, donde una pared de sonido densa es a menudo un objetivo estético, probablemente no sonará bien en el pop convencional, por ejemplo, en artistas como Justin Bieber o la cantautora Adele.


Y aunque "Death Magnetic" fue una "tormenta perfecta" de factores, el hecho de que fuera un caso especial no significa que no siga siendo una tendencia real y dañina en los valores de la producción musical moderna. Como dice el artículo: "Evidentemente, limitar hace algo 'mal' con la señal, de lo contrario la gente no se quejaría tanto".


Sin embargo, estas reservas se refieren únicamente a la forma en que el artículo puede ser (mal) interpretado. No pueden quitarle el hecho de que es un excelente análisis y comentario, y si realmente quieres entender el tema de Loudness Wars, debería ser una lectura obligatoria para cualquier profesional del audio.



La Solución: La Música con Dinámica Suena Mejor

La "Guerra del Volumen" se basa en la idea fundamentalmente defectuosa de que "cuanto más alto, mejor". El objetivo del Día del Rango Dinámico es revelar este defecto y difundir un mensaje alternativo, pero poderoso y veraz: "La música con dinámica suena mejor".


No es necesario competir en la "Guerra del Volumen". De hecho, en el siglo XXI, tu música puede obtener una ventaja competitiva decisiva, no por ser "más ruidosa" o "más aplastada", sino por ser más dinámica.


Las investigaciones más recientes y la evolución de las plataformas de distribución de música demuestran claramente que:


  • No existe conexión alguna entre el "volumen" y las ventas. El éxito comercial de una canción depende de su calidad artística, su composición, interpretación y la conexión emocional que genera con el oyente, no de su nivel de sonoridad.

  • La música dinámica suena mejor en la radio. Contrario a la creencia popular en los círculos de masterización, una mezcla con buen rango dinámico es, de hecho, más ventajosa para la transmisión por radio. Las emisoras de radio utilizan sus propios procesadores de dinámica (compresores y limitadores) en la cadena de emisión. Si una canción ya está excesivamente comprimida y limitada en el master, al pasar por la compresión adicional de la emisora, el resultado final puede ser un sonido aún más distorsionado, opaco, o simplemente "muerto". En cambio, una pista con buen rango dinámico le permite al sistema de broadcast de la radio trabajar de manera óptima, resultando en un sonido final más potente, claro y agradable para el oyente en casa.

  • Los métodos modernos de reproducción de música hacen que el volumen "máximo" (pico) sea irrelevante. La inmensa mayoría de los servicios de streaming (Spotify, Apple Music, YouTube, Tidal, etc.) utilizan la normalización de sonoridad (medida en LUFS - Loudness Units Full Scale) para reproducir todas las canciones a un nivel promedio de sonoridad estandarizado (por ejemplo, Spotify a −14 LUFS, Apple Music a −16 LUFS, YouTube a −13 LUFS). Esto significa que una canción masterizada excesivamente "alta" (con bajo rango dinámico) simplemente será atenuada (se le bajará el volumen) por el servicio de streaming para que su sonoridad promedio coincida con el estándar. En este escenario, todos los artefactos de la compresión excesiva (distorsión, falta de "punch") seguirán siendo evidentes, pero sin la supuesta "ventaja" de sonar más alto. De hecho, muchas veces, estas canciones se perciben como más débiles y fatigantes.


Por lo tanto, la música "alta" no ofrece ningún beneficio real en la radio, en línea, en un reproductor móvil o en su reproductor de CD. La "Guerra del Volumen" es una estrategia sin sentido en el siglo XXI. El efecto es ahora tan extremo que hemos llegado a la extraña y casi irónica situación en la que el nuevo trabajo de Justin Bieber puede sonar "más fuerte" (es decir, con menos rango dinámico y más "aplanado" y procesado) que grabaciones icónicas de bandas como Motorhead, AC/DC o The Sex Pistols.


Te invitamos a seguir y apoyar el "Día del Rango Dinámico" en Facebook o Instagram. Utiliza el hashtag #DynamicRangeDay para unirte a la conversación y ayudar a difundir este mensaje crucial para preservar la calidad, la musicalidad y el impacto emocional de la música para las futuras generaciones. Este evento está organizado por el ingeniero de masterización Ian Shepherd y cuenta con el apoyo de Allen Wagner de TurnMeUp.org, así como de numerosos seguidores comprometidos.


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