Este fenómeno fue expuesto por el médico Helmut Haas, al cual debe su nombre. Tiene que ver con la percepción que el cerebro hace de la dirección de donde proviene el sonido, esto es bastante importante para entender el porqué del sonido estéreo.
La diferencia en tiempo de cada canal de una señal estéreo determina la dirección que se percibe del sonido, hasta un máximo de 50 milisegundos de retardo entre ambas señales. A partir de dicho tiempo el cerebro deja de percibir la dirección para reconocer la señal retardada como un eco de la primera. Para que ese retardo no determine en nuestro cerebro la dirección del sonido (parezca provenir de un punto central) la señal retrasada debe tener más nivel que la primera siguiendo la curva de Haas, siendo el efecto máximo para un retardo de 15 milisegundos, donde la fuente retrasada debe ser 11 dB más sonora si queremos percibir una fuente centrada entre ambos canales de un sistema estéreo.
Es una técnica que puede usarse como un medio para superar lo que llamamos enmascaramiento direccional en grabaciones donde un sonido oscurece la dirección aparente de otro, además de esto, también es una técnica para crear profundidad.
Se determinó que el sistema auditivo humano recopila información sobre la dirección de un sonido mediante las diferencias en el tiempo de llegada entre cada uno de nuestros oídos, por ejemplo, una fuente de sonido que está cerca de nuestro oído izquierdo será percibida como tal porque el sonido directo llega a nuestro oído izquierdo.
Tiempo después, un reflejo del sonido original rebota en una superficie cercana en nuestro lado derecho y regresa a nuestro oído derecho. Nuestro cerebro hace los cálculos sobre la corta diferencia de tiempo entre nuestros oídos y determina que el sonido proviene de nuestro lado izquierdo. El cerebro también utiliza esta y otra información reflexiva para determinar cuál es el tamaño del entorno en el que nos encontramos, todo esto se procesa instintivamente como un mecanismo de supervivencia útil.
Nuestros oídos no pueden evitar captar el primer sonido que escuchamos, de manera muy similar al efecto de oscuridad. Tomando un solo sonido (fuente) mono y copiándola en una pista adicional con ambos lados panoramizados con un retardo muy corto agregado a un lado, podemos dar la impresión de que un instrumento está colocado en un lado de la habitación o en el otro con el efecto Hass que estamos emulando.
En el entorno, el cerebro toma esta información de la pista original y retrasada y nos da retroalimentación sobre la ubicación del sonido y el espacio en el que se encuentra. Descubrí que el cerebro era incapaz de separar un sonido de su reflejo con respecto a tiempos de retraso inferiores a 40 milisegundos, pero cualquier cosa por encima de esa cantidad se distingue como dos sonidos diferentes, en la práctica los retrasos muy pequeños son útiles para crear efectos de panorámica y los retrasos más largos crean más profundidad hasta la marca de 40 milisegundos.
Ya tenemos un método para hacer que el sonido provenga de un lado o del otro, se llama panorámica, pero vale la pena señalar que la panorámica de un instrumento ocurre como resultado de las diferencias de volumen entre los altavoces izquierdo y derecho, a medida que un altavoz se vuelve más fuerte, el sonido se percibe como moviéndose moviéndose hacia el más fuerte
altavoz, pero lograr este movimiento solo con el volumen puede no ser el efecto que buscamos.
Pasas una gran cantidad de tiempo ajustando meticulosamente los potenciómetros de panorama en cada instrumento en una mezcla solo para descubrir que la guitarra que desplazas 20 incrementos hacia el lado izquierdo todavía suena como si estuviera en el centro. Este método tradicional de panorama a veces puede ser un poco vago.
Es por eso que algunas personas prefieren usar el método de paneo LCR porque solo usa estas tres posiciones de mezcla.
ENMASCARAMIENTO
La sonoridad en una reproducción musical puede verse afectada por el denominado efecto de enmascaramiento, que sucede cuando los sonidos se hallan muy próximos en frecuencia.
El enmascaramiento es el fenómeno por el cual las señales altas evitan que el oído perciba los sonidos más suaves. El efecto de enmascaramiento más grande tiene lugar cuando la frecuencia del sonido y la frecuencia del ruido enmascarador están muy próximas entre si. Por ejemplo, un tono 4 KHz enmascarará un tono más suave de 3.5 KHz pero producirá poco efecto sobre la audibilidad de un tono bajo a 1000 Hz.
El enmascaramiento es un efecto Psicoacústico por el cual un sonido de mayor intensidad (sonido enmascarador) hace que otro de menor intensidad pase a ser poco o nada audible (sonido enmascarado). Esto explica, por ejemplo, por qué hemos de gritar en un concierto para hacernos oír: nuestra voz está siendo enmascarada por la música.
El enmascaramiento es más efectivo si los dos sonidos están próximos en frecuencia, pero también puede darse entre frecuencias separadas en el espectro, siendo en este caso más eficaz cuando el sonido enmascarador es más grave que el enmascarado.
El enmascaramiento también puede ser producido por los armónicos del tono enmascarador, así un tono a 1 KHz con un armónico fuerte a 2 KHz podría enmascarar un tono a 1900 Hz. El fenómeno de enmascaramiento es una de las principales razones por las que la ecualización y la situación del estéreo son tan importantes en una mezcla. Un instrumento que por sí mismo suena suave puede ser completamente escondido o cambiado en su carácter por instrumentos más altos con un timbre similar, necesitándose la ecualización para hacer que los instrumentos suenen lo suficientemente distintos como para evitar el enmascaramiento.
En lo que concierne a la ecualización, el enmascaramiento puede hacer que un aumento en las frecuencias graves haga que las agudas se perciban peor y, de manera contraria, una disminución en los graves puede hacer que agudos que antes estaban enmascarados pasen a ser audibles. Es por ello que conviene comenzar la EQ en las frecuencias graves y pasar después a las agudas, para evitar que el trabajo en el low end altere el resto del espectro.
De igual manera, el enmascaramiento también explica las técnicas de ecualización negativa, en las que, para que ciertas frecuencias sean más audibles, se atenúan las frecuencias adyacentes.
Si tomamos, como ejemplo, un tono de 350 Hz con una sonoridad de 70 fones y otro tono de 5.000 Hz con el mismo nivel de sonoridad, tendremos un total de 80 fones, correspondiente a la suma de ambos valores. Pero si tenemos dos tonos con la misma frecuencia y sonoridad, la sensación auditiva al sonar los dos tonos simultáneamente no es el doble de la que produce uno de ellos, sino sólo ligeramente superior.
En consecuencia, la suma directa entre distintas sonoridades sólo es válida entre sonidos que estén suficientemente separados en frecuencia. Cuanto más cerca se encuentren dos frecuencias, más se influencian entre si, y la sonoridad total es inferior a la suma de las sonoridades de ambos tonos por separado.
Este efecto recibe el nombre de enmascaramiento parcial, y puede llegar a ser total cuando haya además una gran diferencia de sonoridad entre ellos. Un sonido fuerte con una frecuencia determinada puede ocultar por completo a un sonido débil que tenga una frecuencia próxima al primero, de forma que el segundo ni se llegue a percibir.
Este efecto se explica por el hecho de que cuando dos sonidos excitan los mismos nervios de nuestro oído interno, las células se mueven como respuesta a la excitación más fuerte mientras que no reaccionan ante la más débil.
En la mayor parte de casos de enmascaramiento las frecuencias más bajas tienden a ocultar a las altas. Este efecto debe ser considerado cuando se realice cualquier labor de sonorización en potencia o bien un registro musical, ya que su desconocimiento nos puede acarrear resultados inesperados.
La presencia de dos tonos simultáneos de frecuencias próximas se percibe en nuestros oídos como un único tono, recibiendo el nombre de intertono. Si estas dos frecuencias están suficientemente separadas, el oído percibe los tonos combinados de ambos (suma y diferencia de frecuencias), además de los dos tonos correspondientes. Nuestros oídos no son, pues, dispositivos lineales, ya que la presencia de tonos múltiples da lugar a la generación de las frecuencias suma y diferencia. Esto, en la audición musical, significa una distorsión fisiológica, que es tanto mayor cuanto más elevado es el volumen sonoro. Así en toda audición musical el oído trabaja con una notable cantidad de frecuencias, ya que añade a las reales las generadas por él mismo.
Roger Montejano